Hemos
escuchado hasta la saciedad por boca de los burócratas de Bruselas, y de los adalides
del neoliberalismo, que lo que necesita España para ser más competitiva es una
rebaja de salarios.
Por
todas partes se habla de la devaluación interna que supone la bajada de precios
y de salarios a fin de ser más competitivo que el vecino y poder exportar más.
Es una
falacia que por más que se repita no se convierte en verdad.
El
coste laboral es uno de los factores a tener en cuenta en la competitividad de
las empresas, pero no es ni el único y muchas veces si quiera el fundamental.
El
factor fundamental de competitividad señalado por los estudiosos de este asunto,
es la capacidad de ofrecer bienes y servicios de alto valor añadido, es decir,
bienes y servicios con altos márgenes comerciales, de alta calidad, y de alta
utilidad.
Los
altos márgenes se defienden aprovechando los nichos de mercado, y la innovación
constante en la oferta de los bienes y servicios, la alta calidad se ofrece
mediante empresas con alta calificación técnica, laboral y cultura de
excelencia, y la alta utilidad se busca fomentando la creatividad y el
emprendimiento.
Si
observamos el siguiente gráfico (en el que se comparan todos los países de la
OCDE respecto de su salario medio por trabajador antes de impuestos y su nivel
de competitividad) veremos que responde a lo anteriormente señalado:
En el
mismo hay dos grupos claramente diferenciados: los países con bajos niveles de
competitividad que se corresponden con bajos niveles salariales; y por el
contrario, otro grupo de países con altos niveles de competitividad y altos
niveles salariales.
Parece
obvio que la realidad desmiente, por sí misma, que bajando salarios se es más
competitivo, salvo que queramos observar otros países que están fuera de la OCDE….,
hablando en plata: que nos queramos comparar con países en vías de desarrollo.
Parece
claro que el camino emprendido por los gobiernos y la UE de fomentar la rebaja
salarial, es un camino más al subdesarrollo que hacia la competitividad.
Y parece
claro que la competitividad tiene que venir de la estructura y calidad productiva,
que está en las manos de las políticas industriales y del capital, y no de la fuerza
laboral.
En España
cada vez es más evidente la sobrecualificación de su fuerza laboral respecto de
las tareas que desarrolla en la estructura productiva actual, lo cual plantea el
gran reto, no por parte de la demanda de puestos de trabajo, sino por parte de la
oferta, en producir bienes para los cuales la mano de obra está preparada.
Hay múltiples
factores que están impidiendo este cambio en la oferta de bienes y servicios, los
más fundamentales: la falta de capital de la mayoría que es consecuencia de la alta
concentración de capitales en manos de unos pocos; la cultura empresarial de
este país más cercana al siglo XIX que al siglo XXI; los obstáculos de entrada
en mercados acaparados actualmente por oligopolios con muy fuertes barreras de
entrada; y un sistema político que mantiene y se sustenta en este régimen de
oligopolios.
Quien
no esté seguro de lo anterior, sólo le pongo el ejemplo más actual: el ataque por
parte de los oligopolios de la energía y de los gobiernos a uno de los sectores
productivos, y más punteros tecnológicamente que se han dado en España en los últimos
años: el sector de las energías renovables.
Este sector
ha exportado tecnología al resto del mundo, y lo seguirá haciendo, pero ya no
en España donde nació, porque ha sido arrasado por la presión y por cambios legislativos
ilegales, que ya han propiciado innumerables demandas internacionales contra el gobierno
español.
Uno de los principales incentivos que tienen los empresarios en invertir en nuevos productos y en mejorar el sistema productivo es rebajar el peso del coste laboral, si esté se baja sin contraprestación, aquel incentivo desaparece, amén de los problemas de demanda que tendrá que afrontar, que empobrecerán a trabajadores primero y después a los empresarios.
Por ello las políticas
llevadas a cabo de rebajar salarios, en lugar de modernizar la estructura productiva
de nuestro país nos llevan no a la competitividad prometida sino al subdesarrollo
económico y político.
¿Volveremos
a perder este tren como nos ha pasado durante muchos siglo en este país, por culpa de los de siempre?
Cada vez
que nos hablen de devaluación de salarios para ser más competitivos pensemos en
el gráfico anterior.
1 comentario:
Bastante bueno pero, a mi modesto entender, falta que añadas el elemento diversificación de mercado en la Unión Europea para descubrir el porque a los países del sur se nos ha condenado al rol de solo poder competir mediante el abaratamiento del la fuerza laboral. La UE se ha estructurado en una división internacional del trabajo en el que nos toca proveer servicios y como mucho productos de industria barata con lo que ahí poco mas que competir con bajada de salarios dado que los avances técnicos que pueden hacerse ahí no prácticamente inexistentes (por ejemplo para competir con el turismo de Túnez poco mas puedes hacer que ofertar precios mejores que ellos).
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