sábado, 24 de septiembre de 2011

De la igualdad y la desigualdad económicamente ineficiente y de la regulación de los mercados


La historia, el campo de pruebas de la humanidad hacia su perfectibilidad, consta de numerosos hitos históricos que nos demuestran en relación con la igualdad y la regulación de los mercados, hechos que a priori pueden parecer contradictorios, pero que en realidad son simétricos.

Uno de los hechos históricos más importantes del siglo XX fue la caída del Muro de Berlín, que puso de relieve dos problemas que generaron tal ineficiencia económica, y que concluyeron en el colapso del sistema comunista. Los dos problemas fundamentales son: de fondo, el igualitarismo ineficiente; y de forma, la incapacidad de la planificación y de un sistema burocrático de satisfacer todas las necesidades materiales de las sociedades.


Centrándonos en el igualitarismo ineficiente, podemos decir que es la consecuencia de establecer por ley la igualdad de derechos al acceso de todos los bienes, independientemente de los méritos, teniendo un efecto demoledor respecto de la motivación y del esfuerzo. Dando como consecuencia, una situación en la que la iniciativa y el esfuerzo se quiebra. De este modo, el trabajo y la productividad tiende a cero, y la consecuente crisis de sub-producción.


En el otro plano, y como hechos históricos igualmente notables tenemos la crisis de 1929, y la crisis actual. Los dos problemas fundamentales que se han puesto de relieve son: de fondo, la desigualdad ineficiente; y de forma, la incapacidad del mercado sin regulación de cumplir sus objetivos de eficiencia en la asignación de recursos.


Centrándonos en la desigualdad ineficiente, podemos describirla como la consecuencia de eliminar parte o todos los mecanismos de redistribución de la riqueza que supone la acumulación de un gran porcentaje de riqueza en muy pocas personas, mientras la mayoría de personas participan de esa riqueza en un porcentaje muy pequeño. Las diferencias son tan grandes que son insalvables independientemente de los méritos, teniendo un efecto demoledor respecto de la motivación y del esfuerzo. Dando como consecuencia, una situación en la que la iniciativa y el esfuerzo se quiebra. Dando lugar a la marginalidad social y económica. Pero de otra parte, tal desigualdad genera que la capacidad de compra de la mayoría se deteriore de tal manera que provoque que el propio sistema es incapaz de vender los productos que produce, y la consecuente crisis de sobre-producción, todo ello en el marco de una aumento por factores técnicos de la productividad.


En 1929, los sindicatos en Estados Unidos tenían un escaso poder, y los grandes avances de aquellos tiempos (radio, automóvil, ferrocarril) dieron lugar que las empresas se quedaran con la parte más importante de los frutos del aumento de la productividad, deteriorando la capacidad de compra de las clases obreras. De igual modo, su sector agrario al que se empezaban a incorporar las nuevas máquinas, era capaz de producir más de lo que se demandaba, dando lugar a que los precios agrarios bajaron tanto que arruinaron a la gran parte de este sector. De este modo, el sector productivo estaba profundamente deteriorado antes del crack de la bolsa de Nueva York, mientras había ingentes cantidades de dinero en muy pocas manos, y en lugar de encauzar dichos ahorros hacia la economía productiva (deteriorada), se destinaron a la especulación bursátil directa (compra de acciones) o indirecta (mayor capacidad de dar crédito para la inversión en acciones), dando lugar a una amplia burbuja que explotó estrepitosamente, cuando tomaron conciencia de que la economía productiva estaba deteriorada, y que los beneficios de las empresas lejos de crecer exponencialmente como se presumía, estaban en una situación de flaqueza. Los mercados apenas tenían regulación ni supervisión.


En 2007, Estados Unidos había alcanzado un nivel de desigualdad similar a 1929, en los últimos 30 años casi todo el aumento de productividad de la economía norteamericana fue a terminar en los bolsillos de los más ricos. Expresión de ello es el hecho que los ingresos netos (deducidos impuestos) del 1% de las familias más ricas crecieron casi 160 veces entre 1980 y el 2000, mientras que para las familias típicas de clase media la mejora fue de sólo un 10%, según un estudio de la Oficina de Presupuestos del Congreso de Estados Unidos. Todo ello en el marco de altos incrementos de productividad por la revolución de las Tecnologías de la Comunicación de la Información, en el marco de una globalización que estaba presionando a la baja los salarios junto con una inoperante fuerza sindical, con grandes ahorros que se destinaron en una cantidad muy importante a la especulación inmobiliaria y financiera directa (compra de inmuebles y productos financieros) o indirecta (mayor capacidad de dar crédito para la inversión en inmuebles o productos financieros), dando lugar a una amplia burbuja que explotó estrepitosamente, cuando los precios de la vivienda subieron tanto que eran financieramente inalcanzables para una clase media cuyo capacidad de compra llevaba mucho tiempo congelada, y cuando los mercados financieros fueron conscientes de que la economía productiva se estaba atascando. Los mercados fueron progresivamente desregulados desde la década de 1980.


Los paralelismos entre estas dos crisis son manifiestos, y las consecuencias las mismas: crisis de sobre-producción, y caos financiero.


Los economistas son dados a describir su pensamiento y relaciones mediante gráficos que describen curvas en referencia a los ejes.


Por citar dos de las más famosas, tenemos la curva de Laffer, que postula la relación entre el tipo impositivo y la capacidad de recaudación:

Y la curva de Philips, que postula la relación entre el nivel de desempleo y la inflación:



No voy a entrar a discutir estas dos curvas, porque no es el objeto del presente, pero retornado al cuerpo de este artículo sobre la igualdad y la desigualdad eneficiente, propongo la siguiente curva que describe la relación de lo antes apuntado, de cómo la desigualdad genera incapacidad de crecimiento generando una crisis de sobre-producción, y como la igualdad genera incapacidad de crecimiento generando una crisis de sub-producción.



Espero que pueda tener éxito, porque creo que describe el corazón de muchos de los problemas macroeconómicos relacionados con el crecimiento económico y las crisis. No da ninguna solución económica concreta, pero sí apunta la necesidad de una economía mixta, y como hemos girado de una a otra posición alejándonos del óptimo de crecimiento e uno u otro sentido. La forma de la curva puede ser que esté levemente tumbada a cualquiera de los lados, pero pone de relieve que los extremos dan como consecuencia un nulo crecimiento económico.

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