El Euro-alemán
La UE a nivel teórico y según los planteamientos de sus
fundadores ha discurrido un camino en su construcción muy similar al de
Alemania para construirse como estado-nación: de la integración económica a la
integración política.
En primer lugar, se dio lugar a una unión aduanera en 1828 con el liderazgo de Prusia, a la que se fueron uniéndose el resto de los estados confederados alemanes (creados una vez Napoleón fue derrotado). Esta organización política tuvo un escaso vigor político y estalló con la guerra contra Austria en 1866, poniendo de manifiesto la histórica rivalidad de Prusia con Austria para liderar la Confederación.
La unión aduanera de 1828 trajo unos beneficios muy importantes que permitieron el comercio libre entre los estados alemanes y engancharse esta vez sí a la Segunda Revolución Industrial, especialmente en la zona de Prusia.
Mapa de los actuales estados alemanes
que están completamente o mayormente situados dentro de las antiguas fronteras
del Reino de Prusia.
La guerra autrio-prusiana, que puso fin a la confederación anterior, dejó
graves consecuencias como el abandono de Austria de la confederación, y la derrota
de Austria supuso la cesión de varios de los territorios a la confederación
liderada por Prusia. Austria ya no volvería a formar parte de Alemania hasta
la invasión del Hitler.
En 1871 se crea el Imperio Alemán (Reich), con un emperador y con estructural bicameral (una cámara que representa la nación y otra de representación de los intereses de los distintos estados), y con sufragio censitario (derecho a voto según la riqueza). La moneda “Marco” fue la unidad monetaria desde la unificación alemana en 1871. Antes de esta fecha, los diferentes estados alemanes emitían una variedad de diferentes monedas.
En 1871 se crea el Imperio Alemán (Reich), con un emperador y con estructural bicameral (una cámara que representa la nación y otra de representación de los intereses de los distintos estados), y con sufragio censitario (derecho a voto según la riqueza). La moneda “Marco” fue la unidad monetaria desde la unificación alemana en 1871. Antes de esta fecha, los diferentes estados alemanes emitían una variedad de diferentes monedas.
Desde prácticamente su fundación el Imperio Alemán exacerbó sus tendencias
nacionalistas e imperialistas que chocaron con las posiciones de Inglaterra,
Francia, y Rusia en la misma carrera, dando lugar a la Primera Guerra Mundial.
El 31 de diciembre de 1998, el Banco Central Europeo (BCE) fijó el tipo de
cambio irrevocable del marco alemán, a partir del 1 de enero de 1999, en 1,95583
Marcos = 1 €
El 1 de enero de 2002 empezaron a circular los euros por la mayor parte de
Europa, sin embargo, el proyecto político europeo encalló en 2005 por los
acerbos nacionalistas, de una parte, y por la falta de profundización
democrática de sus instituciones, por otra, dando lugar a que quedara sin entrar
en vigor el proyecto de Constitución Europea.
Actualmente la UE maneja un presupuesto que equivale el 1% de la UE, mientras
se mantiene la moneda única.
El establecimiento del tipo de cambio el 31-12-1998, supone la primera medida
del Eurogrupo, por el cual se establece la convertibilidad fija e inamovible de
las monedas nacionales respecto de teórico euro, y desde entonces todos los
precios hasta la circulación real de Euro quedan expresados en las dos monedas.
Este hecho tiene una
trascendencia fundamental junto con la falta en la profundización en la unión
política de la Eurozona.
La Euro-Prisión
A finales de 1998 no sólo se estableció el tipo de cambio
del marco alemán respecto del euro, sino que se determinó el tipo de cambio
fijo del resto de las monedas. De este modo, las monedas pierden la capacidad
de fluctuar y quedan ancladas a un tipo de cambio, el tipo de cambio del euro
respecto de sus monedas.
El tipo de cambio determina por cuantos euros se va a
cambiar por ejemplo un dólar y como consecuencia de ello determina el precio de
las exportaciones y de las importaciones.
Por ejemplo, supongamos un tipo de cambio euro/dólar de 1 €
por 1 $, esto supone que si una empresa española quiere vender un producto que
cuesta 1.000 € el americano que compra esos bienes para llevárselos a Nueva
York, le cuesta 1.000 $ que cambia a 1.000 € para comprar.
Siguiendo el mismo ejemplo, si el tipo de cambio euro/dólar
es de 1 € por cada 2 $, esto supone que el coste será de 2.000 $ que cambiará
por 1.000 € para comprar el mismo bien.
Con este sencillo ejemplo vemos importancia capital que
tiene el tipo de cambio para las exportaciones del país.
La determinación del tipo de cambio, o para expresarlo en un
idioma más claro, el precio intra-monedas, viene determinado por el flujo de
importaciones (ofrezco € a cambio de dólares) y exportaciones (demandan € a
cambio de dólares), y el mercado capitales invierto (compro €) o desinvierto
(vendo €) en Europa.
Bajo el euro se han agrupado países con unas diferencias muy
grandes en sus economías, pero que se han sometido a un tipo de cambio único,
dando lugar a tres clases de situaciones: países cuyo tipo de cambio está por
encima de lo que su economía determinaría; países cuyo tipo de cambio está por
debajo de lo que su economía determinaría; y países cuyo tipo de cambio está
acorde con su economía.
Para los países con un tipo de cambio sobrevalorado los
efectos son devastadores, ya que harán que sufran unos grandes déficits
comerciales en su comercio internacional, y sus exportaciones disminuirán, ya que
sus bienes se venden al exterior muy caros.
Por el contrario, los países con un tipo de cambio devaluado
los efectos serán muy beneficios, ya que tendrán unos superávits comerciales, y
contarán con un potencial exportador muy grande, ya que sus bienes se venden en
exterior muy baratos.
El Euro ha supuesto como comentábamos una uniformización del
tipo de cambio de economías muy diferentes, y esto está provocando unos
desequilibrios muy fuertes entre los países del norte de Europa cuyo tipo de
cambio actual está muy devaluado respecto del que les correspondería, y de ahí
su bonanza económica, y los países del sur de Europa cuyo tipo está muy
sobrevaluado respecto del que les correspondería y de ahí sus problemas de
competitividad.
La falta de competitividad de los países de sur están provocando
bajadas salariales, desempleo, déficits comerciales, déficits públicos debidos
a las caídas de actividad, y salidas de capital, mientras que países como por
ejemplo Alemania cuentan con pleno empleo, superávits comerciales, superávits
de sus finanzas públicas, y entradas de capital.
Al no existir mecanismos políticos de redistribución eficaces, estas
diferencias lejos de mitigarse se agrandan, y los países de norte se benefician
de los problemas del sur ya que gracias a estos problemas el euro se mantiene devaluado,
y los países del sur se hunden en la depresión y la pobreza.
La Euro-implosión
Durante la época de bonanza de los años 2000 hasta la llegada de crisis en
2008, los países del norte invirtieron y prestaron sus excedentes a los países
del sur, generando burbujas y desajustes de todo, principalmente a través del
sistema bancario, que mitigó en gran medida su falta de competitividad.
Esta situación situó al sistema bancario de los países del sur y de Irlanda en
una situación de quiebra, generó una depresión en sus economías y tuvieron que
ser rescatados por el resto de países de la UE.
La deuda pública y privada inflada con préstamos muy baratos, que ahora se
hacía insostenible con economías no competitivas, y que no podían devaluar su
moneda para volverse competitivas.
De este modo, la UE junto con el FMI y el Banco Central Europeo prestaron
dinero a los países del sur imponiéndoles unos deberes ideológicos que les
llevó a una depresión prolongada, y altos niveles de pobreza.
La mayor parte de los rescates se hicieron mediante a través de los estados de
tal modo que el receptor de los préstamos fueron los estados, y a cambio se les
impuso un plan económico ideológico neoliberal de recortes de derechos, y
aumento de impuestos indirectos, y privatizaciones.
Si se analiza el problema de la deuda de estos países es fácil ver que ese
dinero fue un auto-rescate de los países que lo prestaron, ya que la banca
alemana y francesa fue la que en última instancia recibió ese dinero prestado.
De este modo, el hilo de los acontecimientos fue el siguiente: los amplios
superávits comerciales por la entrada del Euro del norte de Europa fueron
prestados al sur de Europa para mantener su actividad a través de burbujas que
paliaban su caída de competitividad por la entrada en el Euro; una vez que
estallan estas burbujas sumadas a la crisis financiera internacional y su falta
de competitividad, el flujo del crédito se para, y las economías no
competitivas caen en la recesión, y la sostenibilidad de su deuda bancaria es
puesta en cuestión; se instrumenta un rescate a favor del sistema financiero de
los países del sur, cuyos tomadores de la deuda son los estados lo que hace
incrementar su deuda pública, los estados inyectan este dinero al sistema
financiero, y gracias a ello el sistema financiero de los países del sur puede
pagar y sostener al sistema financiero de los países del norte; por el elevado
nivel de endeudamiento público de los países del sur, su deuda se vuelve
insostenible, y se instrumentan nuevos rescates para la deuda pública de los países
del sur y se les imponen por encima de la voluntad de sus pueblos planes
económicos ideológicos, antisociales, depresivos y draconianos; el Euro, por
estas desgracias e inestabilidad, se mantiene con una cotización baja que hace
aún aumentar la competitividad de los países del norte, mientras se destruyen
las economías del sur.
La Euro-salida
Las consecuencias de esta crisis, es que los países del norte ganan
competitividad a costa de los países del sur, y sanean sus finanzas a costa del
endeudamiento masivo de los países del sur, que quedan como eriales,
endeudados, y además sometidos a una voluntad política ideológicamente
neoliberal ajena a la de los intereses de sus pueblos.
Las únicas salidas que les quedan a los países del sur, son, o bien, salir del
euro con impago de su deuda, y retomar sus monedas nacionales para poder
recuperar competitividad y hacer sostenible su deuda, o bien, bajo un consenso
amplio y profundo, instrumentalizar un mecanismo intra-europeo de solidaridad y
de redistribución de riqueza, y de inversión productiva, y de emisión de deuda
conjunta, de los países del norte para con los países del sur.
Estas situaciones de asimetría económica se dan en casi todos los países, pero
esos países cuentan con un tesoro público que emite deuda única para financiar
a todos los territorios, y una hacienda pública que capta recursos de todos y
los distribuye entre todos los territorios, lo cual mitiga estas asimetrías.
Los mecanismos anteriores no se han implementado en la Eurozona, con la
consecuente necesidad de instrumentalizar un poder político fuerte y obviamente
democrático, y todo esto ha desembocado en la crisis actual.
O Europa camina hacia la constitución de un estado-nación democrático, o el
Euro no tiene viabilidad posible. Hagan sus apuestas, pero dudo que el
nacionalismo que impera de nuevo en Europa haga viable la construcción de un
estado-nación.
Se podrán poner parches temporales a la situación, renovar temporalmente los
rescates actuales, pero el Euro carece de la infraestructura básica para
asegurar su estabilidad, y de la legitimidad democráticamente exigible, y sólo se
vislumbran dos posibilidades: o seguir avanzando en profundidad, o bien, estrellarse
y desaparecer.
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